Manifiesto político del Partido Obrero

Opongamos a la coalición del ajuste una alternativa política de los trabajadores y la izquierda

Las elecciones de 2017 tendrán lugar en medio de una franca escalada antiobrera y antipopular del gobierno de Macri y de sus pares provinciales. El kirchnerismo, que terminó sus días entre pactos con Chevron y el represor Milani al frente del Ejército, le abrió paso a un régimen de agresión directa a las masas. A cuenta del conjunto de la clase capitalista, el gobierno “Cambiemos” timonea una operación de colonización financiera internacional, ofreciendo como garantía un ataque contra las conquistas históricas de los trabajadores. El acuerdo con los fondos buitre y un re-hipotecamiento nacional de millones de dólares; el aumento del 400% de las tarifas de luz y gas; una caída del salario del orden del 10% en promedio, como resultado de paritarias que resultaron inferiores a una inflación del 40%; la consolidación de la miseria jubilatoria y del impuesto al salario, que el macrismo había prometido eliminar son las manifestaciones más evidentes de este proceso de confiscación al pueblo.

Régimen y coalición del ajuste

¿Cómo pudo un gobierno parlamentariamente minoritario y con la mayoría de las provincias gobernadas con opositores llevar adelante esta escalada reaccionaria? Es que no estamos ante un gobierno, sino ante una coalición y un régimen de ajuste. Desde sus gobernaciones o el Congreso, la oposición mayoritaria o tradicional, sea la del Frente Renovador (Massa), del Pejotismo- kirchnerismo, o los llamados “progresistas” o “socialistas”, han asegurado el progreso de esta agenda antipopular. Esta coalición debutó aprobando el acuerdo con los fondos buitre. Luego, convalidó el veto presidencial a la ley antidespidos, el tarifazo y los “regímenes de empleo” que no crean empleo, sino que financian a los capitalistas el reemplazo de trabajadores con antigüedad y convenios por jóvenes precarizados y sin derechos laborales. En Córdoba, en la “socialista” Santa Fe o en la Santa Cruz de Alicia Kirchner, los ajustes fueron tan intensos como en la propia administración nacional. Los gobernadores que responden a Massa o a Cristina suscribieron con Macri todos los pactos que condicionan la habilitación a endeudarse a una política de ajuste, que tiene entre sus ejes la modificación reaccionaria de los sistemas jubilatorios provinciales.

Este régimen ha tenido un pilar fundamental en la burocracia de los sindicatos: sin la tregua otorgada por el triunvirato de la CGT, las medidas ajustadoras del macrismo no hubiesen podido avanzar. Las CTAs se han subordinado a la burocracia sindical cegetista, del mismo modo que el kirchnerismo se somete al pejotismo tradicional. Las movilizaciones de la burocracia sólo están concebidas para descomprimir la presión obrera, dilatar indefinidamente la adopción de medidas de lucha y salvar así su compromiso estratégico con la ofensiva capitalista.

Esta coalición ‘de hecho’ expresa, en definitiva, el apoyo del conjunto de la clase capitalista a la orientación de fondo que está en marcha desde el Estado.

Los bloques en pugna

La oposición “tradicional” que competirá en estas elecciones no presenta cuestionamientos de fondo a esta orientación antiobrera y antinacional. Al interior de “Cambiemos”, los aliados de Macri -como el radicalismo o Carrió- sólo le piden al gobierno que comparta el poder con ellos. Temen que las corruptelas que brotan todos en torno de los Macri terminen precipitando una crisis política y azuzando rebeliones, que la orientación del ajuste está despertando y va a despertar. La “republicana” Carrió no ha condenado el escándalo del Correo, y ha protegido al carapintada Gómez Centurión: sus invocaciones a la transparencia sólo apuntan a disimular a la camarilla de negocios que domina al gabinete nacional, y proteger a la ‘figura presidencial’ de sus aspectos más groseros. La candidatura de Carrió será usada para darle una credencial de transparencia a una camarilla saqueadora del Estado.

El peronismo y el kirchnerismo se servirán del carácter distrital de las elecciones para disimular su aguda desintegración. El salteño Ur- tubey ensaya un frente ‘amplio’ que no excluye a sus coprovincianos de Massa y el PRO. El pejota cordobés, al mando del pro-macrista Schiaretti, integraría a sus filas a los socios de Massa y De la Sota.

El kirchnerismo no oculta su intención de constituir listas comunes con el PJ y la burocracia sindical, o sea, con los principales socios del ajuste. En la provincia de Buenos Aires, el planteo pejotista de construir las listas de “abajo hacia arriba” demuestra que, si Cristina Kirchner es finalmente candidata, será el mascarón de proa del aparato político que cotidianamente teje sus acuerdos con el gobierno de Vidal. Pero por las mismas razones, ese aparato podría terminar prescindiendo de la ex presidenta. El kirchnerismo llega a las elecciones como un rehén del pejotismo, del cual no se ha diferenciado más que retóricamente. Los senadores kirchneristas, sin excepción, acaban de reelegir como presidente de su bloque al xenófobo y filomacrista Pichetto.

El massismo, otra expresión de desintegración del peronismo, es una legión de burócratas parlamentarios y sindicales que mayorita- riamente emigraron del kirchnerismo en 2013, para liderar el cambio de frente patronal que terminó llevando, no a Massa, sino a Macri a la presidencia. Massa se paseó con Macri por Davos, mostrando su total acuerdo con el pacto con los fondos buitre y, más en general, con el operativo de mega-endeudamiento que timonea el gobierno. La burguesía industrial que apoyó a Massa en 2013 tiene, por ahora, sus fichas colocadas en “Cambiemos”. El massismo ha acompañado la orientación ajustadora del gobierno, y es el principal impulsor de las iniciativas de precarización laboral, así como de endurecimiento de la legislación represiva contra la juventud y los inmigrantes. Una parte de la burocracia sindical más colaboracionista reporta a Massa, quien se ha pronunciado públicamente contra el paro nacional. La función de sus socios -Stolbizer y el centroizquierda- es la misma que la de Carrió con Macri: darle credencial de honestidad a quien fuera jefe de gabinete de Jaime, Schiavi y López.

En las elecciones que se vienen, la oposición capitalista al gobierno “Cambiemos” no cuestionará su orientación de fondo: reclamará su lugar en las combinaciones parlamentarias, en algunos casos, y en la administración general del Estado, en otros.

Perspectivas de lucha

Aunque se presentan bajo el nombre rutinario de “renovación de medio término”, estas elecciones quieren ser usadas por el gobierno para revalidar títulos, de cara a una profundización del ajuste. Quieren valerse del voto popular para respaldar su ataque a las condiciones de vida del pueblo. Tienen plena conciencia que la “salida” económica pergeñada por su gobierno engendra contradicciones cada vez más explosivas. El endeudamiento masivo apenas ha servido para reciclar la hipoteca de la deuda pública. El ingreso de capitales -y la libertad de la burguesía para poder sacarlos del país- se sostiene al precio de otorgarle al capital financiero un beneficio ultrausurario, que ha agravado la recesión.

La gran burguesía se sirve de esa recesión para promover un proceso de concentración y remate de los capitales más débiles. Pero principalmente, para un ataque de características históricas a las conquistas obreras. En la agenda oficial, y después de la reforma aún más negrera del régimen de las ART, se viene una reforma laboral flexibilizadora; la regimentación y el veto a las paritarias; una reforma previsional que transita entre la elevación de la edad y las prestaciones “proporcionales” a los años aportados, y la tentativa de privatización del hospital público. El gobierno “Cambiemos”, en suma, ha iniciado la campaña electoral buscando refrendar el respaldo de sus “electores” capitalistas.

El Partido Obrero, integrante del Frente de Izquierda, hace de su campaña electoral un instrumento de defensa de los trabajadores. Por eso denunciamos esta escalada reaccionaria y colocamos la lucha por un salario que cubra la canasta familiar, hoy en 25.000 pesos; la indexación automática de la inflación; paritarias libres y con representantes electos y la vigencia de todas las conquistas de los convenios colectivos. Contra la confiscación jubilatoria, defendemos un aumento de emergencia para todos los jubilados, la vigencia del 82% móvil y la lucha por un ANSES y un PAMI dirigidos por representantes electos de trabajadores activos y pasivos.

La burocracia sindical, que no ha adoptado ninguna acción resuelta contra los miles de despidos, llama a movilizarse ahora “en defensa de la industria nacional”. Condiciona la defensa de los puestos de trabajo a una alianza con las mismas patronales que despiden y precarizan el trabajo. La patronal industrial que se proclama “nacional” está unida por mil lazos a la gran industria y al crédito internacional. Pero no se priva de promover la liquidación de conquistas y convenios colectivos, en nombre de bajar el “costo argentino” y protegerse de la competencia internacional. En oposición a esta campaña de sometimiento de la clase obrera al programa del capital, que la burocracia sindical ha adoptado como propio, el Partido Obrero denuncia el parasitismo de los costos capitalistas, inflacionados por los beneficios extraordinarios de los pulpos financieros industriales y comerciales, por los tarifazos y por el peso de la deuda pública. A partir de allí, planteamos la apertura de los libros de las grandes empresas, para sacar a la luz la exacción cotidiana a trabajadores y consumidores; la anulación de los tarifazos; la investigación y el repudio de la deuda usuraria, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, para colocar al conjunto del ahorro nacional a disposición de un plan de industrialización y obras públicas bajo control y gestión de trabajadores electos.

Corrupción, elecciones y Estado

El período preelectoral ha debutado con una agudización de los escándalos del gabinete macrista, que comenzaron con los Panamá Papers, siguieron con las cuentas y coimas del jefe de la ex SIDE y continúan ahora con el perdón a las deudas del grupo Macri. La oposición massista o kirchnerista no tiene ningún interés en ir hasta el final en estas corruptelas, cuyos métodos y propósitos -la fuga de capitales, la licuación de deudas de grupos capitalistas o las prácticas de la burguesía contratista- ejecutaron todos los partidos y gobiernos en las últimas décadas. En el Congreso, sólo nuestros diputados reclamaron la interpelación a Macri por la cuestión del Correo, y la ejecución de sus bienes. Los escándalos macristas, del Panamá Papers a los “dietazos de los diputados”, sumados a los de Lázaro Baez, López, y otros K, han colocado en la deliberación popular la cuestión de la “corrupción del poder”. La denuncia de nuestros parlamentarios sobre el dietazo ha servido para mostrar el abismo que separa al gobierno y a los partidos del ajuste, de un lado, y al Frente de Izquierda, por el otro. Pero los privilegios salariales de funcionarios no pueden separarse del régimen social de los monopolios capitalistas, cuya administración exige de una burocracia con privilegios especiales. Con nuestra agitación y denuncia, no pretendemos la reforma de un régimen que, mientras exista, siempre se las arreglará para proteger con prebendas a su burocracia. Hacemos de esta denuncia un factor de agitación para convocar a los trabajadores a luchar contra el Estado capitalista. La representación popular sólo podrá ser expresión de la mayoría laboriosa bajo un gobierno de trabajadores.

La izquierda y una transición histórica en el movimiento obrero

La escalada antiobrera dará lugar a mayores y más intensas luchas, las cuales, de todos modos, ya han tenido lugar desde la asunción de Macri hasta hoy. De Cresta Roja hasta AGR Clarín, de San Martín Tabacal a los petroleros y docentes, esas luchas debieron abrirse paso contra los bloqueos de la burocracia sindical, y han tenido como sujeto al movimiento obrero combativo y al activismo clasista. Esta irrupción de nuevas direcciones, que no se ha interrumpido bajo el macrismo, forma parte de una transición histórica en el movimiento obrero. La decadencia de la burocracia sindical, unida social y políticamente a la clase capitalista, es inseparable de la declinación del peronismo, al cual ha reportado históricamente. Esta tendencia a la independencia de clase ha estado presente en la victoria del clasismo en el Sindicato del Neumático (SUTNA), un sindicato industrial nacional, de manos de una burocracia de cuño kirchnerista. El Partido Obrero impulsa la lucha por la recuperación de los sindicatos, mostrando su conexión con las tendencias de la clase obrera a su independencia política. La lucha por las nuevas direcciones la desarrollamos al interior de las grandes organizaciones obreras, en torno de la agenda y tareas contra el ajuste, por el paro activo y un plan de lucha nacional; por la preparación e impulso a las ocupaciones de fábrica frente a los cierres y despidos. La gran ocupación de AGR-Clarín, contra el lock out flexibilizador de Magnetto, no es sólo un conflicto “testigo” por las reivindicaciones en juego, sino, principalmente, por la aguda conciencia de su comisión interna clasista respecto de los métodos y estrategia para enfrentar el ajuste. La campaña electoral de la izquierda debe dirigirse a las fábricas a debatir las conclusiones de la experiencia de AGR y a reforzar la solidaridad y la coordinación con todas las fábricas en conflicto. Nuestra lucha por el paro activo nacional no es una mera presión a la burocracia sindical, sino una orientación para que la clase obrera irrumpa en la escena nacional, para quebrar el ajuste y abrirle un nuevo rumbo a los trabajadores.

La lucha de la mujer

El movimiento de la mujer ha desplegado movilizaciones multitudinarias e incluso un paro contra la violencia de género, que se conecta con una rebelión de alcance internacional. Las masivas expresiones del #niunamenos, y su reclamo al Estado, le han impreso a este movimiento un carácter objetivamente político. Llamamos a sacar las conclusiones revolucionarias de la situación: el crecimiento de la violencia de género es inseparable de una bancarrota del capital que agrava, en todos los términos, la condición de la existencia de las familias trabajadoras, que soportan la desocupación y a la vez el sobretrabajo; el hacinamiento habitacional y la liquidación de las conquistas de la salud o educación públicas. La pretensión de separar a las reivindicaciones de la mujer de la lucha más general contra la opresión social ha servido de pretexto para promover un ensayo de frente policlasista, en nombre de que las cuestiones de género podrían alcanzar una salida al margen del antagonismo entre las clases sociales. En oposición a ello, llamamos a desenvolver la lucha contra la opresión de la mujer como una lucha de clases, e impulsar, sobre esa base, un programa: por la asistencia estatal incondicional a las víctimas de la violencia de género, por el derecho al aborto legal, el desmantelamiento de las redes de trata, el fin del trabajo precario y la discriminación salarial a las mujeres y las condiciones materiales que permitan la socialización efectiva de las tareas domésticas, por un consejo autónomo de la mujer, con representantes electas. Convocamos a las organizaciones obreras a intervenir en la lucha contra la violencia de género, cuyo primer paso es unir a la familia obrera contra un régimen social que reproduce, en los vínculos personales, las condiciones de barbarie y violencia que desarrolla cotidianamente en el ámbito laboral. Advertimos al movimiento de mujeres que los partidos tradicionales quieren valerse de candidaturas femeninas para blanquearse a sí mismos y preservar un régimen de discriminación y superexplotación de las mujeres. En oposición a ello, como Partido Obrero y Frente de Izquierda, planteamos la organización independiente de la mujer trabajadora, para conquistar todos los reclamos y terminar con todo tipo de violencia y discriminación.

Movimiento piquetero, juventud, independencia de clase

La oleada de despidos y el agravamiento de la recesión han multiplicado la legión de desocupados. Para prevenir la irrupción de un movimiento de desempleados independiente y de lucha contra el Estado, como ocurriera en los 90, Macri ha dispuesto una asistencia social con las migajas de los recursos que reciben los pulpos sojeros o petroleros cotidianamente. Con ello, ha financiado la cooptación de las organizaciones sociales que actúan como brazo de la oposición patronal o de la Iglesia. A partir de allí, se quiere reforzar una gigantesca plataforma de trabajo precario, que provea de mano de obra barata a las administraciones locales. A la precarización, a la integración al Estado, le oponemos la lucha por un subsidio al desocupado equivalente al 85% de la canasta familiar, el pase a planta de los precariza- dos y la unidad estratégica de la clase obrera ocupada y desocupada contra los ajustadores. La juventud, que enfrenta los mayores niveles de desocupación y precarización, también ve amenazado su derecho a la educación pública, como consecuencia de los ajustes presupuestarios, el limitacionismo, el sostenimiento a la educación privada y la liquidación de la investigación científica. Llamamos a los luchadores conscientes del movimiento obrero, de la mujer, de la juventud y del movimiento piquetero, a involucrarse activamente en una campaña obrera y socialista, para convertirlos en tribunos de la lucha por una transformación social.

Frente de Izquierda

El Partido Obrero es integrante y fundador del Frente de Izquierda. Desde su creación, en 2011, el FIT ha sido un canal de la tendencia de la clase obrera a la superación del peronismo. Esta tendencia recorre un amplio derrotero histórico, desde la irrupción del Cordobazo, la huelga general de 1975 contra el Rodrigazo; las luchas obreras contra el menemismo y la rebelión popular de 2001, cuyas consecuencias -en términos de bancarrota económica, de fractura del Estado y de tendencia de las masas a ocupar la calle- la burguesía no ha podido cerrar. Esta transición se inscribe hoy en una crisis mundial de carácter inédito, signada por la desintegración del orden político internacional erigido hace más de medio siglo.

El propio agotamiento del kirchnerismo (y en general, de las variantes nacionalistas o llamadas ‘centroizquierdistas’ del continente), tiene como telón de fondo a esa bancarrota capitalista internacional, que ha estrechado decisivamente la capacidad de los regímenes nacionalistas o centroizquierdistas para arbitrar entre el gran capital y las masas. Los Macri o Temer todavía deberán probar su capacidad política para trasladarle a las masas la factura de la crisis.

La victoria de Trump es a la vez la consecuencia de esta crisis mundial y el preámbulo de choques aún más intensos; de antagonismos al interior de los explotadores -en primer lugar, de la propia burguesía norteamericana-, de guerras comerciales y de agresiones a la clase obrera. Los Macri enfrentan ahora una reversión de tendencias, que podría echar por tierra su operación de rescate financiero internacional.

A partir de esta comprensión del cuadro político llamamos al Frente de Izquierda a intervenir activamente en esta transición política. Esto significa orientar, mediante la agitación y la propaganda, la organización y el reclutamiento político, la lucha de los trabajadores por derrotar al régimen de Macri y los gobernadores y, sobre esta base, abrirle paso a una salida obrera.

La tarea reclama una modificación del actual rumbo del Frente de Izquierda, que no ha actuado como un bloque común, en el plano de la acción política y parlamentaria, desde la asunción del gobierno de Macri. El llamado del Partido Obrero a actuar de este modo, que formulamos desde la tribuna de Atlanta ante más de 20.000 militantes y simpatizantes del FIT, no fue respondido. Advertimos que la persistencia a abordar la campaña electoral como una pelea rutinaria de escaños parlamentarios, o como un terreno de disputas faccionales, traduce una asimilación al régimen capitalista y a los métodos que le son propios -los del carrerismo político.

El Frente de Izquierda le abrió un camino a la izquierda, defendiendo su independencia política tanto en relación a la cooptación kirchnerista como a la oposición de cuño patronal. Fue la expresión política de quienes luchaban consecuentemente contra los Milani, los Berni, por el juicio y castigo a los asesinos de Mariano Ferreyra, contra la burocracia sindical integrada al Estado. No podemos retroceder. Sería en extremo peligroso que el mero pasaje del kirchnerismo a la oposición bastara para que la izquierda reflotara su histórico seguidismo al nacionalismo-peronismo, que ha sido un ritual en los últimos 50 años.

En el Frente de Izquierda, el Partido Obrero lucha por separar a la clase obrera de los capitalistas y sus partidos, y unirla con el programa y la organización de la izquierda. Esta consigna, con la cual organizamos el Congreso del Luna Park en noviembre de 2014, sigue planteada como tarea.

Asistimos a un momento excepcional en el país. A la “coalición del ajuste” de los Macri, Pichetto, Massa y compañía hay que oponerle la construcción de una alternativa de política de los trabajadores. El Partido Obrero llama a que el Frente de Izquierda ocupe ese lugar por medio de la acción política común. Nuestras posibilidades están asociadas a una orientación y a una intensa iniciativa que debe ser desplegada desde ahora. Llamamos a los otros partidos del Frente de Izquierda; a quienes han simpatizado y apoyado sus listas y en general, a todo el movimiento obrero combativo y luchadores de izquierda a debatir estas conclusiones políticas y un programa; a discutir un plan de acción que incluya la realización de congresos y plenarios en los distritos y en el plano nacional; a la concreción de actos y acciones de apoyo en directa relación con la agenda de lucha del movimiento obrero; a discutir un plan de intervención en favor del paro activo y de la recuperación de comisiones internas y sindicatos. En vísperas de un nuevo 24 de Marzo, llamamos a desplegar una campaña contra el operativo oficial de “reconciliación” con los genocidas, que debe defender un curso independiente respecto de quienes ascendieron y protegieron a Milani. Este es nuestro planteo. El empeño en concretar listas comunes en todos los distritos debe inscribirse en esta campaña y en esta estrategia política.

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